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Monopolio Internacional
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Autor Tema: Monopolio Internacional  (Leído 10025 veces)
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Y la verdad os hara libres


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« en: Diciembre 22, 2008, 09:52:11 pm »
Monopolio Internacional

El control corporativo de las semillas está acabando con la diversidad agrícola. Tan solo 10 empresas controlan el 95% del mercado mundial de semillas comerciales (valorado en 30.000 millones de dólares), mientras hace tres décadas había 7.000 compañías. De ellas, sólo tres controlan el 49% del mercado global de semillas: Monsanto, el primer productor de semillas, con ventas de 3.550 millones de dólares en 2006; Dupont/Pioneer, con ventas en 2004 de 2.600 millones de dólares; y la suiza Syngenta, que tuvo ventas por 1.239 millones dólares en 2004.

Del total de estas semillas, el 21% son organismos genéticamente modificados (OGM), popularmente conocidos como transgénicos. Este tipo de cultivo crece a un ritmo exponencial, especialmente para cultivos de maíz y soja, ocupando 114’3 millones de hectáreas de cultivos transgénicos en 2007, lo que representa un 2,6% de la producción mundial. Esta tendencia hace que aumente la demanda anualmente un 12%.

El Mito de los Transgénicos

Mediante la ingeniería genética es posible romper la barrera de las especies completamente diferentes o no emparentadas, por ejemplo, pasando el gen de una toxina que mata insectos presente en una bacteria al maíz o al algodón. Esta tecnología también permite aumentar el rendimiento de especies básicas para la alimentación humana.

Los organismos genéticamente modificados son más resistentes a ciertas plagas, a la carencia de agua, o a situaciones medioambientales adversas, etc., pero estudios han puesto al descubierto que producen menos siendo su causa de ello los cambios genéticos que han provocado una alteración del metabolismo original de las plantas productoras, inhibiendo su capacidad de absorción de los nutrientes que necesitan para desarrollarse adecuadamente, en consecuencia la productividad merma. Por ejemplo, la soja transgénica, mostraba un 10% menos de productividad en un estudio de la Universidad de Kansas.

En la India y Méjico, a causa de los altos costes del cultivo con transgénicos (pago de patentes y uso de pesticidas específicos para el control de los parásitos) y de los bajos beneficios de su rendimiento, los campesinos se están arruinando y perdiendo sus tierras hipotecadas. Además, las corporaciones crean semillas estériles, para que con ello, cada estación, deban ser compradas nuevas remesas, reduciendo también asi la biodiversidad. Este es el caso de Irak, donde bajo mandato internacional, a los agricultores se les prohíbe guardar semillas, y solamente pueden sembrar semillas para su alimentación, si dichas semillas les son proporcionadas por distribuidores licenciados y autorizados por EEUU, siendo éstas semillas transgénicas (fundamentalmente estadounidenses).

La Mafia de las Patentes
   
La invasión de los organismos transgénicos amenaza la libertad de comercio...

De acuerdo con la ley de patentes de Canadá, de Estados Unidos (FDA) y de muchos otros países industrializados, es ilícito que los agricultores reutilicen semillas patentadas, aunque provengan de su propia cosecha, o de otros anexos y que lo hayan contaminado. Por ello, en 2001, la Corte Suprema de Canadá sentenció que la patente sobre un gen se extiende a cualquier organismo superior que lo contenga. De esa forma las corporaciones transgénicas pueden alegar derechos sobre cualquier cosa en la que se introduzcan sus genes, ya sean plantas, animales o humanos, a la vez que se convierte la expansión de la contaminación en una estrategia de éstas para extender su propiedad.

A su vez, la organización internacional de la sociedad civil ha revelado que las mayores empresas globales de semillas y agroquímicos están acumulando centenares de patentes monopólicas sobre genes de plantas, que luego pretenden comercializar como cultivos modificados genéticamente para resistir presiones ambientales asociadas con el cambio climático (sequía, calor, frío, inundaciones, suelos salinos…). Con ello, la promesa de los llamados “cultivos resistentes al clima” (“climate-ready”) se utilizarán para llevar a agricultores y gobiernos a aceptar definitivamente los transgénicos y las patentes que éstos implican.

A la cabeza de las multinacionales se encuentra la americana Monsanto, que en su ya siglo de existencia ha fabricado: edulcorante artificial o sacarina; cafeína para la Coca Cola; PCB, un líquido refrigerante altamente tóxico; agente naranja, usado como herbicida en la guerra de Vietnam; y hormonas de incremento de la producción láctea prohibidas en Europa.
   

Esta corporación también posee a patente del un potente herbicida, Roundup, basado en glifosato, una sustancia tóxica que, según la Comisión Europea, tiene graves consecuencias medioambientales a largo plazo. El glifosato acaba con todas las plantas rociadas y los animales acaban contaminados. Como complemento Monsanto creó soja y maíz (Roundup Ready) transgénico indemne a la acción del herbicida obligando a la compra del conjunto. Alentado por los gobiernos, países como Argentina han pasado de cultivar un millón de hectáreas de soja transgénica a 16 millones, lo que equivale a una deforestación de 300.000 hectáreas anualmente.

Peligros Para la Salud

Como consecuencia de la enorme influencia de estas corporaciones internacionales, los productos alterados genéticamente no se están evaluando correctamente y su alcance sigue siendo desconocido, alegando que su composición es similar a la de los tradicionales. Hasta el momento se ha constatado efectos sobre la salud como la aparición: de nuevas alergias por introducción de nuevas proteínas en los alimentos; de resistencias a antibióticos en bacterias patógenas para el hombre; de nuevos tóxicos en los alimentos; etc. A su vez, el científico Arpad Pusztai (1998), comprobó que la ingesta de patatas transgénicas por ratones producía daños severos en su sistema inmunológico y un mayor crecimiento del hígado, del estómago (27%), del páncreas (40%) y del colon, entre otros. También encontró que estos roedores sufrieron daños en el cerebro y en otros órganos vitales.

Bajo el auspicio de las Naciones Unidas, más de 130 países (sin el respaldo de EE.UU.) admitieron que los organismos vivos modificados genéticamente plantean riesgos ambientales que deben ser debidamente controlados y adoptaron el Protocolo de Cartagena sobre la Seguridad Biológica…
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